Ya no hay excusas: el que no se entera de algo, es porque no quiere. Y es que el mundo está a un sólo click de tu mano. Un teléfono móvil, un ordenador o una tablet son un puente de acceso directo a la información. Y en esta sociedad digital en la que nos encontramos, el arte no podía mantenerse ajeno.
Precisamente estos días es noticia la nueva aplicación (app) de Google: Arts & Culture. Un inventario digital con centenares de obras procedentes de más de 850 museos de todo el mundo y digitalizadas en alta resolución. ¿Buscas una obra en particular? ¡Pues estás de suerte! Esta aplicación posee un refinado buscador que discrimina la búsqueda por autores, movimiento artístico, tipo de objeto… Además podrás establecer una relación temporal de una obra con otras de su tipología, buscar colecciones aglutinadas en base a hitos históricos o temas relevantes, o comprobar que no sólo Klein gustó del azul gracias al buscador cromático.
Esta puntera herramienta, que en apenas unas semanas cuenta con 10.000 descargas, emerge del Google Cutural Institute, un portal creado hace ya algunos años por el afamado buscador. Gracias a esta iniciativa el usuario puede descubrir el patrimonio artrítico mundial, conocer hitos históricos o teletransportarse a representativos monumentos de todo el mundo. Además, el Google Cultura Insitute cuenta con The Lab, un innovador espacio ubicado en París de puesta en común de ideas, de enseñanza y aprendizaje acerca de este matrimonio tan bien avenido entre el arte y las nuevas tecnologías.
No es éste el único ejemplo de esta fructífera relación entre tecnología y arte. No hay más que darse un paseo por la red, para encontrar innumerables páginas web y aplicaciones dedicadas a profundizar en la historia del arte, visibilizar artistas emergentes o adentrarnos en las salas de los museos. Éstos, conscientes del potencial las tecnologías de la información y comunicación (TIC), no sólo se sirven de ellas para catalogar y difundir sus fondos en línea, sino que las incorporan en sus salas para mejorar la experiencia museográfica del visitante. Pantallas táctiles, ordenadores y demás dispositivos electrónicos permiten establecer una comunicación bidireccional entre colección y visitante, tornando la visita más atractiva y participativa. Una actitud más comunicativa y didáctica que pone a disposición del visitante más información repartida en diferentes canales, convirtiéndola en más accesible y comprensible. El museo se convierte, por tanto, en un espacio estimulante e interactivo, abierto a diferentes lecturas museográficas e itinerarios expositivos.
Por citar algunos ejemplos, la National Gallery of Art pone a disposición del visitante, desde su app, herramientas para interaccionar con la colección in situ, prestando sensible atención al público infantil. El Museo del Prado, que acaba de renovar página web para atraer a un público más joven, cuenta con una interfaz dinámica en la que explorar sus fondos, así como con guías del museo, y reclamos participativos a través de Mi Prado (una red social específica donde confeccionar y compartir tu visita) y Photo Prado (un llamamiento a hacerte uno de los populares selfies y compartirlo en las redes sociales). Más allá va el Museo Thyssen-Bornemisza, famoso por su puntera labor en materia didáctica a través del área educativa Educathyssen. En esta ocasión han creado un vídeo juego para adentrarse en la colección y descubrirla de forma divertida y dinámica, que viene a sumarse a las actividades interactivas que ya disponían en su web.
NUBLA:
Sin embargo esta abundancia tecnológica puede resultar indigesta. ¿Quién no ha ido recientemente a un museo y se ha encontrado a todo el mundo absorto en las pantallas de sus smartphones, o coleccionando selfies con obras canónicas a las que ni siquiera miran? Absurdo. De ahí que surjan iniciativas como la del Rijksmuseum de Amsterdam, que ha invitado a los visitantes a guardar móviles y cámaras, y a coger papel y lápiz para inmortalizar las obras que más les gusten. Una original iniciativa para combatir las visitas pasivas y superficiales, en las que sólo vemos las obras a través de la pantalla al disparar la foto.
Mismo escenario, diferente escena. A la izquierda, niños abstraídos con sus smartphones ignorando las obras; a la derecha, el éxito de la iniciativa del Rijksmuseum dibujar las obras.