¿Has estado? No, a Berlín sólo voy contigo.
Un otoño sin Berlín no es una historia de amor convencional. El chico y la chica ya se han conocido y aunque no hemos visto cómo ha sido ese proceso de enamoramiento, sabemos que fueron felices, al menos, por algún tiempo. Cuando June vuelve a reencontrarse con Diego después de marcharse lejos, ya nada es como antes pero el amor es tan palpable como la lucha interna y externa que intentan ambos por volverse a querer.
La ópera prima de Lara Izagirre se ha estrenado en los cines como una pequeña maravilla escondida dentro de la apabullante cartelera. Pero este drama romántico no puede pasar desapercibido con el cartel que luce en los cines gracias al rostro de Irene Escolar, una actriz que se ha sabido acoplar perfectamente a las exigencias de esta historia tierna y con un sabor agridulce constante. Escolar comparte protagonismo con Tamar Novas, cuya interpretación conmueve al espectador desde que le miramos a los ojos y nos dice mucho más de lo que calla. Los dos son una pareja que intenta no mirar más atrás y cuyo futuro en Berlín se tambalea tanto como su relación.
Realidad y belleza se mezclan en esta joven protagonista que no para de buscar su felicidad, ajustándose a los cambios y siendo ella parte de ellos. El otoño, tan sumamente presente a través de los colores y la música, acompaña a los personajes suavemente, en un reparto que destaca por la veteranía indiscutible de seguridad de Ramón Barea y por las dosis nuevas de talento como los dos protagonistas principales acompañados por un Mariano Estudillo que revela una impecable carrera como actor gracias a su magnífico trabajo allá donde se asoma.
La joven directora habla así de su película: “Creo que Un otoño sin Berlín surge de la necesidad de comunicar cosas que eran importante para mí de una forma inconsciente y que no podía transmitir si no era a través del cine”. Bendito momento en el que se lanzó a crear este trabajo, con la oportunidad perfecta para mostrarnos un trocito de la vida de June, a la que el público tiene que ponerle un principio y quizás un final abierto, creando una conexión que traslada la gran pantalla.
Ojalá más estaciones escritas y dirigidas por Izagirre, como la de Un otoño sin Berlín, que se estrenó el pasado 13 de noviembre y ha llegado después de dos documentales de la directora, Jugando con la Creatividad y Next Stop: Greenland, y cargada de premios; dos menciones especiales para Irene Escolar, en la 63ª edición del Festival de Cine de San Sebastián y en el Festival de Cine Ópera Prima de Tudela, además de mejor película por el jurado joven del Festival Internacional de Nuevos Realizadores de San Juan de Luz. Está producida por Gariza Films y cuenta con una actitud emprendedora e igualitaria digna de remarcar ya que el 50% del equipo técnico y artístico es femenino.
Un otoño sin Berlín cuenta la historia de June, una joven que vuelve a su pueblo natal por sorpresa después de un tiempo en el extranjero. La vuelta a casa será dolorosa, su familia y su primer amor Diego han cambiado. Pero igual que el viento sur otoñal, June lo revolucionará todo. Intentará recuperar su lugar dentro de la familia y retomará su sueño de juventud de irse con Diego a Berlín, para buscar lo que ella tanto desea.
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El comentario de «OTOÑO SIN BERLIN» , me gusta porque habla de vida , de amor y lo que significa el regreso a su lugar natal y la nueva lucha que emprende June (la protagonista)
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