Por fin ha llegado a las carteleras de los cines Hablar, de Joaquín Oristrell, un largometraje que no llega a la hora y media y que nos deja disfrutar de un elenco con algunos de los mejores actores del cine español como Sergio Peris Mencheta, Juan Diego Boto, Raúl Arévalo, Marta Etura o Nur Levi, entre otros muchísimos participantes que da gusto ver.
Inaugurando el pasado Festival de Málaga de Cine español, su mayor peculiaridad consiste en haberse grabado en un plano en continuidad, como se anuncia en las primeras palabras que abren la película en la pantalla, en el barrio de Lavapiés de Madrid, con alrededor de más de 20 actores que configuran las calles de la capital y con la suerte de que algunos pudieron elegir sus personajes y lo que querían contar.
Una noche calurosa de agosto sirve de base para respirar la ciudad a través de los distintos personajes que se pasean delante de la cámara, acechando su momento exacto en el que aparecer en esta complicada obra de arte que no tenía script porque su rodaje en continuidad no permitía correcciones ni cortes.
Todo el ensayo previo fue la clave para poder armar la nueva película de Oristrell. Un ensayo general con dobles, otro con los actores y cuatro tomas fueron lo necesario para dar forma a Hablar, partiendo de un juego constante entre cine y teatro del que no podemos apartar la mirada y que tiene un final sorprendente, que casi nos hace levantarnos de los asientos del cine y aplaudir tanto a los profesionales que llevamos viendo 80 minutos en pantalla como a todos los que imaginamos han estado detrás en un despliegue técnico que nos marearía.
La utilización del plano secuencia es espectacular hasta un final sin frenos. Los trucos no existen en una composición escénica que se va construyendo al hilo de las diferentes historias mostradas. La magia de este plan de trabajo es que las salidas y las entradas constantes de los actores se intercalan apenas sin que nos demos cuenta y las virtudes coreográficas nos presentan relatos en primer plano y en segundo, en simultáneo, para apreciar la cotidianeidad más próxima.
Los retratos generacionales están claros, como una madre que roba porque tiene hambre, además de hablar de crisis, distancias personales, explotación salarial, etc. conceptos que encontramos hoy en día muy de cerca. Hablar nos propone escuchar, pasear por una realidad latente a la que no prestamos atención y concienciarnos de lo importante que es alzar la voz entre nosotros.
«HABLAR NOS PROPONE ESCUCHAR, tenemos demasiados problemas como sociedad, para seguir adelante, tenemos que poder hablar y escuchar, de lo contrario el encierro y la violencia escuchará un grito pero no de salvación,pero si un grito que se ahoga a si mismo. .
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