A lo largo de la historia del arte son muchos los artistas que han hecho de la belleza y de la sensualidad el centro de sus composiciones, ¿Quién no recuerda los dedos de Plutón sobre el virginal cuerpo de Proserpina de la famosa escultura de Gian Lorenzo Bernini? La sensualidad de las manos del dios sobre el cuerpo desnudo y vulnerable de la joven que en vano lucha por liberarse, es una de las imágenes más repetidas y conocidas del arte barroco.
Como Bernini, son muchos los artistas que han hecho del erotismo el principal protagonista de sus obras. Este es el caso del coreano Kim Sung Jin, un artista fotorrealista que explora el erotismo a través de la representación casi obsesiva de los labios. Planos macro que muestran en detalle esta parte del cuerpo en distintos contextos y situaciones; un beso, una sonrisa, la sed, la tristeza etc. Todo cabe en el lienzo de este particular artista, que reduce en sus pinturas la representación de la figura humana a la gestualidad de la boca. De este modo nos muestra la intimidad del personaje anónimo que representa, nos introduce en su espacio personal para convertirnos así en espectadores de primera fila, y descubrirnos de este modo, los aspectos más ocultos e íntimos de aquellos a quienes retrata.
Con una paleta que básicamente se reduce al uso de colores brillantes y cálidos como el rojo, Kim Sung Jin ahonda en la sensualidad femenina y nos presenta escenas con un fuerte carácter erótico, que a pesar de su sencillez, esconden tras de sí una historia. Son mujeres que a través de sus labios y sin el uso de palabras nos cuentan sus vivencias, sus preocupaciones y pensamientos más profundos y sin quererlo, nos hacen partícipes de ello.