El día 18 de noviembre de 2014, tuve la oportunidad de acudir al preestreno de la película Trash (Ladrones de esperanza) del director Stephen Daldry, en los cines Cinesa Proyecciones de Madrid. Tras dos horas de película, salí de la sala con una agradable sensación en el estómago por la emocionante experiencia. Fue en ese momento cuando decidí centrar este artículo en un aspecto tan importante como el trabajo con actores menores de edad en los proyectos cinematográficos.
No todos los profesionales de esta industria aceptan proyectos en los que haya que trabajar con menores, pero ¿por qué?. Independientemente del instinto paternal de cada uno, hemos de reconocer que este trabajo está sujeto a factores determinantes que lo hacen especialmente complicado y estresante. Cuándo surgen cierto tipo de situaciones en las que se requiere de un esfuerzo profesional mayor, los niños no siempre pueden ser una garantía. Pensemos que para empezar, un menor debe estar siempre acompañado de un adulto, en gastos de producción eso supone el doble de gasto a la hora de contratar un servicio de transporte, catering, alojamiento, etc. Por un personaje han de mantenerse dos bocas (por lo menos).
En lo referente a los contratos, el menor debe estar representado también por un adulto (padre o tutor) que firme y consienta todo aquello que será necesario para el proyecto. Hay un guión, un casting, un actor y un contrato sobre la mesa. ¿Y ahora qué?. Los padres o tutores legales del menor deben negociar con la productora las condiciones de ese contrato, incluyendo todos los aspectos que en él se traten (derechos de imagen, sueldo, etc.), el cuál además siempre estará supeditado a las normas y reglas impuestas por las instituciones y organismos pertinentes presentes de protección al menor del país donde se vaya a realizar el rodaje, y por supuesto, el menor debe aceptar esas condiciones, lo que no siempre resulta fácil pues un padre estrictamente protector puede no aceptar ciertas cláusulas que el menor, de haber sido adulto, si hubiera aceptado. Mamá, quiero ser artista (¿me dejas?).
Por otro lado, los menores han de tener vigilancia y supervisión constante, pues es la productora la responsable del proyecto y se enfrentaría a una posible acusación legal por parte del menor. Esto es algo que obviamente también sucede con actores mayores de edad, pero reconozcámoslo, un hombre de sesenta años no siente la necesidad imperiosa de subirse a un árbol en los descansos del rodaje. Por tanto, cuánto más pequeña sea la edad del actor, más protección y vigilancia necesitará. Esto puede llevar incluso a suponer un gasto extra a la producción si se requiere de cuidadores profesionales. ¿Y qué sucede en los rodajes especialmente largos con las clases escolares? Si el actor no puede acudir a un centro de estudios, el centro de estudios deberá acudir al actor, por lo que será necesario contratar a profesores particulares que impartan las materias correspondientes al año escolar del menor. De todas formas, esto se hará como último recurso, pues la mejor solución es adaptar el rodaje en las fechas en las que no hay colegio y los menores tienen vacaciones.
Para preparar su papel, un actor necesita haber realizado antes numerosos ensayos. A mayor complicación del personaje, más tiempo suele ser requerido. Si los propios adultos tendemos a perder la paciencia cuando algo nos cuesta, o se nos atraganta, un niño (en el peor de los casos) puede llegar a querer abandonar el proyecto. Es por ello que el director debe tener mucho cuidado, tacto, e incluso talento, a la hora de realizar estos ensayos con los actores, motivándoles desde el principio, sin venirse abajo y haciendo que la experiencia sea especialmente divertida. Recordemos que los niños pueden no ser tan fuertes emocionalmente como los adultos, aunque siempre hay casos que nos sorprenden gratamente y nos demuestran lo contrario. Es necesario saber cómo tratar con ellos, transmitirles bien la idea del personaje, y que bajo ningún concepto se aburran. Imaginaos a un actor al borde de las lágrimas porque quiere irse a casa en vez de reír cómo le exige el guión, sería un desastre y éste es uno de los mayores riesgos a la hora de trabajar con menores. No debemos olvidar que en un rodaje todos deben ser profesionales, incluidos los actores, de modo que si han de meterse en una montaña de basura (tal y como sucede en la película de Trash), deberá hacerlo.
Por último, y para darle un tono diferente al artículo, deseo resaltar que los menores de edad en un rodaje siempre aportan extraordinarias cosas positivas. Su resistencia puede ayudar a tirar del equipo cuando haya momentos de descanso y por consiguiente esa inevitable pereza por volver a la carga. Su creatividad muchas veces resulta de gran ayuda al director para imaginar la escena. Y su alegría puede sacar adelante un mal día de rodaje con sólo una sonrisa, consiguiendo que ese trabajo en particular sea una de las mejores experiencias para todos los miembros del equipo.
Este artículo está dedicado a todos los niños que han trabajado alguna vez en un proyecto cinematográfico. Gracias por vuestras sonrisas.