Hay películas que voy a ver al cine por la historia que cuentan, otras por su nacionalidad y otras porque sé que sólo por la cantera de actores que tiene ya merece la pena, me va a gustar y sobre todo voy a disfrutar. Lasa eta Zabala es de estas últimas. Creo que no se puede desperdiciar la oportunidad de ver en pantalla a Ricard Sales, Oriol Vila e Iñaki Ardanaz perseguidos por la justicia representada en el grande y siempre correcto Unax Ugalde.
En las cuatro películas que Pablo Malo ha dirigido hasta ahora, ha confiado en tres ocasiones en Unax Ugalde. En esta última, sabe llevar y dirigir muy bien el peso que tiene, en un suceso español que nos queda ya en otra década e incluso en otro siglo pero que sabe contarnos con maestría, sin diferenciar buenos ni malos ni empujar las acciones con política. Es por eso que no se trata de otra película sobre la historia de ETA en nuestro país y en el vecino, sino que vemos el valor humano que tienen las dos vidas de dos chicos de 20 años secuestrados y torturados, Lasa y Zabala.
Estrenada en el Festival de San Sebastián y estrenada en Madrid en tan sólo cuatro salas (no me quiero imaginar la lista reducida de las otras provincias del mapa), tiene una historia que muchos recordarán y los más jóvenes nos interesará conocer como hecho real que sucedió. Protagonizada por dos desconocidos actores, Jon Anza y Cristian Merchan, que parecen haberlo dado todo en su primer papel en el cine, Malo parece haber formado un grupo masculino que se equilibra muy bien y con el que siempre hay tensión, violencia y acción, síntomas que requería la acción de este largometraje. Otro nuevo también en pantalla grande es Iñigo Gastesi, que convence y nos ayuda mucho a seguir el hilo de la historia, las pistas, y también la tensión de los dos bandos que se crean.
Se establecen por tanto tres grupos de actores que van desde los más primerizos que saben aguantar el ritmo perfectamente y destacar para recordar sus caras para próximas ocasiones, con un equipo de policías que siguen órdenes y las acatan cada uno como puede (con más y menos remordimientos nocturnos), encarnados en Ricard Sales, Oriol Vila, Iñaki Ardanaz y Javier Mora (grupo extraordinario en presencia e interpretación) y unos veteranos Unax Ugalde y Francesc Orella que se ven las caras en un intenso juicio que llama poderosamente la atención y nos mantiene en vilo hasta el final (aunque ya conociéramos el desenlace de antemano).
Cambiando de escenarios y países y jugando mucho con el tiempo, Lasa eta Zabala nos adentra en una historia en la que la contraposición de espacios cerrados, donde se intenta impartir justicia, y espacios abiertos, donde manda la ley del más fuerte, ayuda magistralmente a ir reconstruyendo los pasos de los asesinatos de estos dos protagonistas, tanto su preparación como su final para atrapar a los culpables.
Amanda H C