Hay obras de arte que hablan por sí solas. Que no necesitan un contexto para transmitir, comunicar, sorprender. Siempre es bueno saber algunos datos del que ha creado esa imagen, pues en muchas ocasiones terminan por completar el sentido de la misma, pero hay obras…hay obras que solo con mirarlas te atrapan.
Los retratos del ilustrador Mario Alba son un ejemplo de ello. No sabes si es la sutil línea del dibujo, los colores que se unen con el fondo, o la expresión, esa expresión en la mirada, en el rostro inacabado, lo que te obliga a detenerte unos segundos a observar la obra. Rostros que te miran fijamente, que te provocan con esos ojos sensuales, seguros, intimidatorios. Miradas que se clavan sin tapujos en el espectador, haciéndole partícipe de la obra, invitándole a completar el sentido de la misma.
Pero, ¿qué es exactamente lo que consigue esa sensación? Sin duda, no son las manchas de color, ni las líneas que dan el contorno a las figuras, ni siquiera el fondo, aspectos que juegen un papel principal en sus obras. Las ilustraciones de Mario Alba son un todo en el que la expresión del propio dibujo es el verdadero protagonista. Esto es gracias al uso de ese fondo amarronado que aglutina, desatura el color, acentúa las texturas y potencia las luces, lo que unido a esa línea rápida, poco marcada, compone una firma y un estilo personal, que lejos de encasillarle le permite evolucionar sin perder su seña de identidad.
Hasta ahora solo hemos hecho referencia a sus retratos, pero su obra no se queda ahí. Podemos encontrar otros trabajos en su página web. Como bien explica en la entrevista que le hemos realizado, la ilustración es un “arte aplicado” y la libertad creativa se ve limitada en ocasiones por el cliente, pues la ilustración siempre tiene un cliente. Algunas de estas obras realizadas por encargo están en su web, pero podemos encontrar, además, una serie dedicada a la ilustración de un libro titulado “Manuscritos de Heart Mountain, diario de amor de una bruja” escrito por Nelson Simón que narra todos los matices de un amor imposible que siente, en primera persona, una bruja por un príncipe. Dichas ilustraciones marcan un punto y aparte con el resto de su trabajo, pues, aunque sí mantienen el estilo técnico y la forma de dibujo y composición, encontramos aquí representaciones totalmente diferentes. Visiones cargadas de simbolismos, que si bien notamos que están, no somos capaces de llegar a comprender completamente.
Ese aire simbólico se puede apreciar en otras piezas fuera de esta serie, sin embargo son aquí donde se hacen más evidentes. Son obras que nos permiten soñar, que nos dan una interpretación diferente de dicho libro, pero que si observamos sin conocer el motivo de su creación, nos permiten dar lugar a reflexiones, a reinterpretaciones personales en las que el estado emocional del espectador juega un papel importante.
Mario Alba es un ilustrador con un estilo marcado y definido que permite reconocer su trabajo sea cual sea el tema que trate. Sus piezas dan lugar a juegos de miradas con el espectador, donde la provocación y la sensualidad no falta, pero también establece un juego de pequeños simbolismos, pequeños detalles que dan a su obra un toque más atractivo, en el que la reinterpretración del espectador es fundamental.
Marina P. Villarreal