Hasta ahora nos habíamos dedicado a hablar exclusivamente de artistas emergentes, exposiciones y proyectos de hoy. Pero queremos dar un giro a eso incluyendo otro tipo de artículos en nuestro timeline. Este cambio lo realizaremos con lo que podemos llamar “secciones temporales”. Dichas secciones tratarán de corrientes, medios, estilos, movimientos… artísticos, que se irán desarrollando a lo largo de diferentes publicaciones centradas en aspectos específicos de los mismos. Nuestra primera sección habla del Hiperrealismo.
Ralph GoingsPara hablar de hiperrealismo empezaremos hablando de fotografía. Y es que la fotografía es la única disciplina artística que nos rodea allá donde estemos, que ha cambiado nuestra forma de mirar el mundo, que ha protagonizado y representado los cambios sociales más fielmente. Es la disciplina que ha visto crecer a una y a otra generación terminando por establecerse como la forma más objetiva de ver la realidad. Hecho curioso si caemos en la cuenta de que la fotografía es subjetiva, como todas las artes, es la visión del que mira detrás del objetivo y por tanto no puede ofrecer el enfoque de una realidad común para todos. Sin embargo, es, actualmente y desde hace varias décadas, el modo natural de representación de la realidad. Frente a este hecho nace el hiperrealismo, que busca ofrecer una realidad más real que la propia mirada fotográfica, que la mismísima observación directa.
Podemos encontrar las primeras obras hiperrealistas a finales de la década de los 60, en Estados Unidos. Obras que nacen como derivación del arte pop, no obstante, no es hasta 1972, cuando se consagra como movimiento en la Documenta de Kassel. A partir de ahí muchos han sido los que han mantenido vivo este movimiento, o mejor, esta categoría artística, pues más que un movimiento cerrado desarrollado en un periodo específico que ha sido revivido o revisionado por generaciones posteriores, hablamos de una forma de hacer arte, de una manera de mirar el mundo que lejos de basarse únicamente en la habilidad técnica del dibujo, fundamenta su creación en aspectos artísticos de corte sociológico.
El hiperrealismo toma la fotografía como fuente de creación. Hace suyas las instantáneas tomadas de la realidad y recortadas por el ojo que se esconde tras el objetivo de la cámara para otorgarles una escala mayor llena de pequeños detalles que ni la visión directa del objeto puede captar. Convierte, por tanto, las imágenes fotográficas sacadas de nuestro contexto actual en obras de arte que muestran una realidad exacerbada. Obras que no son una copia, sino que conforman en sí mismas una alternativa de representación de esos retratos reales, tan “objetivos”, que nos da la fotografía. Alternativa de representación dividida en dos líneas: lo sublime, con las obras ausentes de imperfecciones humanas, y lo grotesco, con las que giran en torno al reflejo de esas marcadas imperfecciones.
Pero esta categoría artística, tendencia, estilo, movimiento…va mucho más allá de su mera auto-transposición frente a la fotografía. El triunfo de su hiperrealidad como una muestra más verídica de lo que nosotros mismos podemos apreciar viene dado, en parte, por su aparente deshumanización, falta de expresión artística, de trazo apasionado. Son obras que desbordan al espectador por su extremado control técnico, sin embargo, desbordan también por su recreación de la vida moderna a modo de registro documental, en el que no parece haber miradas subjetivas, recortes de situaciones o contextos, como tampoco parece que los tenga la disciplina de la que bebe, y que, no obstante ambas tienen, pues ambas nacen del filtro de un artista que decide capturar una visión y no otra.
El hiperrealismo nace de una imagen fotográfica, crece con las técnicas tradicionales que le acercan a conceptos artísticos tan asentados como el trompeau l´oeil, y se mantiene vivo con aquellos que se asombran ante su perfección, con los que aplauden su desagradable visión, elocuente y sin tapujos, y con aquellos que buscan en sus trazos reflejos de una sociedad pocas veces habitada, llena de aspectos banales que colapsan nuestro día a día. Es por esto último, por lo que podemos entenderlo como un medio de crítica social a un estilo de vida lleno de ideas consumistas y falto de valores humanizados. Crítica a la que se llega leyendo entre líneas, ahondando en las obras. Tal vez por ello, es este movimiento poco recordado entre los entendidos en arte y muy alabado por los que disfrutan de las obras en base a su contenido estético, a su habilidad técnica y disfrute visual, o tal vez no. Pero por lo que, sin duda, destaca es por su representación de “la ilusión de hiperrealidad que generan los medios mecánicos de captación y reproducción de imágenes, lo que satisfacen es la creencia de que existe una mirada ingenua con la que captar la realidad aparente y que esa mirada puede ser encarnada mediante la confluencia del arte y de la ciencia” (como dice A. Martínez Muñoz).
Marina P.Villarreal
Duas
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