“Hoy, 7 de marzo de 2020, hemos vuelto a nacer porque, por fin, tenemos un hogar. En Madrid, la única ciudad capaz de resucitar a un muerto. ¡Buenos días, Madrid!”. Hace ya casi un mes que Mastodonte llegaba al Teatro EDP Gran Vía en sesión matutina; con vermut y estilo libre. Lo hacían para instalarse en la principal calle de la capital y, aunque las circunstancias adversas les han impedido proseguir su andadura al menos por ahora, nos quedará el recuerdo de un primer concierto inolvidable que esperamos volver a repetir lo más pronto posible.
Asier Etxeandía y Enrico Bárbaro presentaron ‘La transfiguración del Mastodonte’, un espectáculo ecléctico y arrebatador que lleva un tiempo ya de gira, inundando varias ciudades españolas con el sensual ritmo y energía que sólo Etxeandía sabe repartir, gracias a su sentido animal y a su sonido gutural. “¡Bienvenidos a nuestra casa! Esto pinta muy bien”.
En el diccionario de estos artistas, el mastodonte es “esta puta vida que a veces pesa tanto que no te deja ni respirar, que te paraliza, te aterroriza, como un peso inmenso que no te deja ser tú mismo. Es un estruendo, un sonido amplificado que es tu propia voz diciéndote no puedes, no te lo mereces, no tienes la suficiente valentía para hacer lo que tienes que hacer”. Y, la vez, proyectando el mensaje de que todo esto es mentira, aclaran que los verdaderos mastodontes son “aquellos que se liberan de esas cadenas y expresan su exclusiva belleza”.
En un concierto en el que quien más baila, más se celebra a sí mismo (a lo Walt Whitman), el tequila se reparte entre el público antes de la 1 del mediodía y Lord Byron es el primero en aparecer, no hay tiempo que perder para disfrutar. Así, en esta libertina combinación de letras empoderadas en tropiezos y victorias vitales, música narcotizante y caja fuerte del deseo, una invitación a bailar, a hacer el amor y a practicar la empatía es lo mínimo con lo que atreverse.
Aquel 7 de marzo sigue siendo especial también por dos frases que hicieron aprenderse en directo a las espectadoras y espectadores; ¿Qué es lo que pasa, qué es lo que pasa? Nos quedamos en tu casa, un himno que se atrevieron a probar por primera vez con el público y que terminó por conquistar. Imborrable también fue el momento en el que varios amigos sumaron fuerzas en el escenario, repitiendo algo que ya se había vivido en las tablas de la Joy el pasado mes de diciembre, incluida la aparición de Hugo Silva, el casi gemelo de Etxeandía al paso que llevan, pues su parecido, al menos físico, se hace más latente con cada nueva aparición (una fantasía muy apetecible, por otro lado).
Ahora, en pleno éxodo del mastodonte en nuestras propias casas, nos apetecía recordar esta experiencia que disfrutamos desde el palco de los pobres hace ya algunas semanas. Pasadas las 2 de la tarde y a diez minutos de agotar las dos horas, confesamos quedarnos con las ganas de escuchar Jugando a ser mayor (emocionante composición donde las haya) y Simplemente perfecto, banda sonora que tanto nos gustó en pantalla grande en la película ‘Sordo’.
En cuanto al aspecto escenográfico, todo gira alrededor de la idea del vencido que al final resulta vencedor. Nos referimos a todas aquellas personas que, por unos momentos, se dejan llevar por la desesperanza y terminan en coma profundo del que logran salir con la ayuda del arte. Y justamente ese trance, difícil pero catártico, es lo que se muestra en escena, en una especie de sanatorio al que acuden todos los desesperados y donde te enseñan que el miedo ayuda a aprender pero no es una opción de vida. De esta forma, todos los integrantes de Mastodonte utiliza uniformes de un blanco impoluto con los que simulan ser un equipo médico que, al final evoluciona en color, fantasía y gorgueras. Un recorrido por la moda que habla de reminiscencias que se pueden vincular con etapas tan dispares como los 80, el Siglo de Oro o con estilismos de Tino Casal o Pierrot. Todo ello unido a la proyección de imágenes que hablan de la Historia del Arte y ejemplos como el de Joséphine Baker y su danza para completar y comunicar el poder de la cultura.
Un viaje al interior de cada uno, plagado de simbologías y pequeños iconos, como el pequeño elefante / mastodonte de peluche que suele acompañar al cantante en todas las actuaciones.
Por último, unas palabras (algo proféticas) de Mastodonte: “Y ahora que hemos vuelto a nacer, ¿estáis dispuestos a empezar de nuevo? Ahora que la muerte nos ha dado una segunda oportunidad, ¿estáis dispuestos a no tener miedo? Ahora que estamos protegidos en nuestra casa con esta segunda oportunidad, ¿qué vais a hacer con ella?”.
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