El Teatro de la Comedia inicia temporada con una despedida; la de Helena Pimenta como directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, después de 8 años a la cabeza. Desde que decidiera que Blanca Portillo protagonizara ‘La vida es sueño’, su presencia como directora no ha pasado desapercibida, ni siquiera con la llegada de Lluís Homar, su relevo. Es ahora cuando cierra un ciclo, dirigiendo esa misma obra que representará La Joven Compañía del 13 de septiembre al 20 de octubre.
A partir del clásico de Calderón de la Barca, la Sala Tirso de Molina acoge este primer estreno con la versión de Juan Mayorga, quien considera al literato barroco como “un autor vanguardista, por la libertad y la sabiduría que practica en el juego teatral”. En esta adaptación, la historia sigue la estela de encontrar aquello que nos hace humanos, con el protagonismo de un personaje compuesto de hombre y fiera.
Mayorga afirma que “lo que nos hace humanos es el poder de perdonar” y tiene claro que Segismundo encarna la imposibilidad, actual incluso, de distinguir entre la realidad y aquellas construcciones del poder que la suplantan. Por su parte, Pimenta destaca que esta pieza, por su primer plano y su cercanía, tiene al público como eje y confiesa que concibe el teatro “como un arma cargada de futuro, para construir ciudadanías que entiendan mejor el mundo”.
Alejandro Pau e Irene Serrano encabezan un reparto que se completa con Íñigo Álvarez de Lara, Mariano Estudillo, Anna Maruny, Aisa Pérez, Pau Quero, Alba Recondo, Víctor Sáinz, Fernando Trujillo, Juan de Vera y José Luis Verguizas. ‘La vida es sueño’ también cuenta en el trabajo de Vicente Fuentes (asesor de verso), Juan Gómez Cornejo (iluminación), Nuria Castejón (coreografía), José Tomé (asesor artística), Eduardo Vasco (espacio sonoro) y Mónica Teijeiro (escenografía vestuario).
Entrevista con Alejandro Pau, Irene Serrano y Mariano Estudillo.
Describe lo que más te guste de tu personaje:
AP: Me gusta pensar que Segismundo es una criatura cercana. Se trata de una persona encerrada, con un trauma atroz y considerada un monstruo que traerá la destrucción. Precisamente eso es una metáfora de lo que a muchas personas les puede ocurrir debido a los traumas y a lo poco que, muchas veces, sentimos que valemos o importamos. Me parece precioso que sea un personaje al que se le puede entender de principio a fin; sus acciones corresponden a su dolor y a su incapacidad para relacionarse. A la vez, tiene la necesidad de hacer las cosas bien, construyendo pensamiento y, por eso, se hace humano y va aprendiendo a través del reflejo de otras personas.
IS: Me parece muy interesante que Calderón no caracterice a Rosaura como un hombre sino que varios aspectos de su personalidad, como su valentía y decisión, los puede llevar a cabo gracias a que va vestido de hombre. Por eso es un personaje tan importante en la historia del teatro español y admiro su capacidad de seguir hacia delante y de perseguir el honor, en términos de identidad, que se le ha arrebatado, hasta el final, aunque sea sin la ayuda de ningún hombre.
¿Tenías relación con ‘La vida es sueño’?
AP: Con la Compañía Nacional, hicimos un proyecto llamado ‘Préstame tus palabras’ por institutos de España y yo leía la escena con el padre y me fascinaba. Deseaba hacer el papel de Segismundo porque conecté mucho con él y con el texto. Tengo facilidad para empatizar.
IS: Hice una versión para institutos con Sergio Reques; éramos dos actores y dos títeres. Estuvimos más de un año de gira y sentimos que conectaba con muchos jóvenes.
¿Qué temas del pasado se actualizan con esta nueva representación?
ME: Estos temas del siglo XVII son de terrible actualidad, como las noticias falsas y lo que pasó o dicen que pasó. Esta obra es una de mis favoritas del Siglo de Oro, en general, y de Calderón, en particular, porque me atrapa la relación universal que muestra entre padres e hijos. Calderón tenía una relación muy peculiar con su padre y, en esta obra, hay muchos padres e hijos. El único personaje que no tiene una relación familiar es Clarín. El resto tienen lazos de sangre. Y de eso habla la obra, de lo que hacemos con quienes nos van a relevar y de cómo ver el legado de los que nos han precedido.
Compañía Nacional de Teatro Clásico
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