Estamos en una terraza. De verano. Dos cervezas entre nosotros. Luis Sorolla duda sobre si sentarse a mi lado o enfrente de mí. “No sé cómo se hace esto. Me siento un poco inseguro hablando de mí”. Detrás de él, hay un roble. Así que, a lo largo de una hora, lanzo las preguntas a un hombre en primer plano con un árbol de fondo.
Luis Sorolla tiene pinceladas de muchas épocas. Su obsesión por traducir tiene unos pespuntes medievales. Su manera de hablar de la cultura me hacen imaginarle como un filósofo griego y su cordura contemporánea le sitúan en un momento en el que comparte con el teatro el arraigo artístico y comprometido que necesita nuestro tiempo.
Para esta entrevista, se ha traído varios apuntes de Tim Crouch. No le han hecho falta. O yo no he formulado las preguntas correctas o él se ha ido percatando de que no los necesita para hablar del trabajo de este británico del que tanto está empapado. En paralelo, me doy cuenta de lo difícil que es entrevistarle porque, como me ha advertido al principio, “me voy a enrollar mucho”. Y lo hace. Y me cuenta que “Un roble es un texto de una gran exploración del poder de la palabra y del teatro”. Pero antes de conocer más sobre esta obra, retrocedemos un poco en el tiempo.
Luis Sorolla tiene 13 años y su madre le ha apuntado a un curso de verano en Guindalera. “No sé muy bien por qué dije que sí. Durante dos semanas, por una equivocación aún sin resolver, hice un curso de preparación para las pruebas de la RESAD, con gente mayor de 18 años. No salí espantado pero tampoco emocionado”. El siguiente paso vino con 16 años, en el colegio. “Tenía unos compañeros que hacían escenas de Les Luthiers y me uní a ellos. No teníamos actividad de teatro como tal pero hicimos una función y fue brutal porque esa experiencia de ensayos fue muy divertida y una vía de escape para mí. Coincidió también con una búsqueda personal y haciendo la obra me di cuenta de que aquel era yo sin nada de por medio”.
El paso definitivo ocurrió en el primer año de la carrera de Medina en la Universidad Complutense. “Me gusta y me gustaba la medicina pero tenía la cabeza puesta en otra cosa. Un día, yendo de camino a la universidad, en el metro, me di cuenta de que llevaba puestos una camiseta, el abrigo y la mochila pero mis pantalones eran los del pijama. Y les dije a mis padres que lo dejaba. Al año siguiente, entré en la RESAD”.
La primera pregunta ha sido cómo llegó al teatro y, como en todas las demás, se ha quedado callado unos segundos antes de responderla y justo antes de cerrarla: “Mi madre ya lo sabía antes que yo. Lo insinuó un par de veces. Pero creo que todo tiene que ver con cómo jugábamos mi hermano y yo de pequeños. Teníamos muchísimos peluches, cada uno con su nombre y su personalidad hiperdesarrollada, con los que inventábamos grandes historias, con capítulos que nos duraban incluso años enteros”.
Luis Sorolla ahora tiene varias dedicaciones pues a la de actor, también se une la de profesor, traductor, productor y amante de la lectura, sobre todo de dramaturgia contemporánea. Así que es el momento de hablar de Un roble, obra a la que llega porque se da cuenta de que hay muchos textos del teatro contemporáneo que no conocemos. Comienza a crear su propia biblioteca y al dar con Crouch “me explota la cabeza aunque no pienso en montarlo. Pero hace unos meses, se la enseño a Carlos Tuñón y decidimos hacerlo juntos”.
Fotografía de Luz Soria
El próximo 15 de octubre tendrá lugar en El Teatro Pavón Kamikaze el estreno absoluto de Un roble, obra que lleva la firma de británico creador teatral Tim Crouch. Hasta el 14 de noviembre, un hipnotizador poco espectacular a primera vista, interpretado por Luis Sorolla, engatusa a un invitado diferente que no sabe nada de la obra porque no ha leído ni ha visto nada previamente. Fran Cantos, Inma Cuevas, Israel Elejalde, Irene Escolar, Javier Godino, Pilar Gómez, María Hervás, Pablo Messiez y Pepe Viyuela serán los invitados a compartir un espacio en el que cada día, la sugestión y el poder de la mente van de la mano de nuestra propia imaginación.
Para armar todo esto, Luis ensaya haciendo la obra con un actor diferente a los que va a acompañar en las fechas oficiales. Sus futuros invitados han sido elegidos por proximidad y con equilibrio de géneros y edades para “un texto y un proyecto que casa perfectamente con los objetivos de El Pavón Teatro Kamikaze”. En la dirección, Carlos Tuñón con la ayudantía de Mayte Barrera, ayuda a crear el ambiente especial para que, en El Ambigú, seamos testigos de experimentar que la realidad y la ficción depende de cómo veamos el vaso; medio lleno o medo vacío y contando hasta 3.
¿Qué te aporta ensayar con un actor diferente para prepararte?
Obviamente, una cosa que tiene que ver con mi preparación para la obra y es que no sé cómo va a reaccionar cada invitado. Cuántas más veces pruebe con alguien mejor porque aumenta la experiencia y el abanico de posibilidades que pueden suceder. Además, tengo que manejar la situación, confiar en el invitado y guiarle y también incluirme yo sin dejarme llevar. Por otra parte, es un entrenamiento actoral muy fuerte, en el sentido de algo que ya vengo trabajando mucho con Carlos Tuñón y con Gon Ramos que es que, radicalmente, lo que esté pasando hoy aquí, independientemente de lo que hemos ensayado, tiene que ser honesto con el aquí y el ahora. Y esta obra me obliga a ello. Y ahora es posible por todo lo que he aprendido. Hace unos años, sería impensable.
¿Qué es lo más difícil a lo que te enfrentas en esta obra?
Para mí, como actor, es estar dentro y fuera en la función. El resto de cosas, nos podían dar miedo pero en los ensayos hemos comprobado que funcionan y que la gente entra, que el mecanismo funciona. Pero he tenido que adaptarme porque he tenido que encontrar mi lugar ya que yo conozco toda la función, la otra persona no y, a la vez, su propuesta es la que guía y a través de la que yo reacciono, independientemente de lo que haya podido trabajar previamente. Encontrar ese equilibrio es difícil, aunque no identificarlo porque sabíamos que estaba ahí. Ahora que lo tengo, estoy gozando mucho.
¿Te han hipnotizado alguna vez?
No. Fui con 14 años a un espectáculo y salió mi amigo pero yo no porque me dio mucho miedo. Me gustaría, sobre todo ahora que he investigado tanto. Pero no sé si soy una persona que quiera ser hipnotizada ni el nivel de resistencia que voy a poner. Uno de los ensayos de Un roble lo hice con Jorge Astyaro, quien va a ayudarme con unas sesiones de hipnosis con las que estoy muy emocionado.
¿A cuántas preguntas vitales te ha contestado el teatro?
Mi profesión me apasiona y me fascina y tiene que ver, a un nivel muy profundo, con entender al ser humano y cualquier conflicto que tenga, además de entenderme a mí. He tenido que enfrentarme a muchas preguntas, ya sea por procesos de trabajo, de aprendizaje o de escenas concretas. No sabría decir a cuántas pero a muchas que me hacen cambiar como persona, como cualquier otra profesión también.
Luis Sorolla no solo protagoniza Un roble sino que también la produce con Esto Podría Ser, su recién creada productora, junto a Bella Batalla, capitaneada por Nacho Aldeguer. “Esto Podría Ser nace a raíz de mi frustración de no encontrar traducciones de teatro contemporáneo y que, por tanto, se hacen poco en España. Leía cosas que me flipaban y me emocionaban y me hacían pensar mucho e imaginarlas en un teatro en el que no pensaba antes. Y de ahí nace mi idea de traducir, por ejemplo, con compañeros de profesión que no saben inglés y también pensando en lo que se está perdiendo la gente que está comenzando a actuar, a escribir, a dirigir y tampoco sabe inglés. Quiero traducir desde hace mucho tiempo e iniciar algo que tenga que ver con una editorial. El primer paso ha sido una productora, generando mi propia marca”
También impartirás taller Read / Play / Meet / Repeat en El Pavón Teatro Kamikaze junto a Nacho Aldeguer y Carlos Tuñón.
La idea es explorar durante 9 meses a 9 autores y autoras británicos que sean desconocidos o poco conocidos en España. Se trata de leer y traducir textos no traducidos antes, compartir, explorar, teórica y prácticamente, y charlar con el autor y la autora en la última sesión de trabajo. Queremos generar puentes y que la gente escuche y sepa lo que se está haciendo.
¿Qué nuevos proyectos tienes?
Vamos a seguir con Un cuerpo en algún lugar y estamos empezando el próximo proyecto de investigación y de creación con la compañía [ los números imaginarios ] que va a cristalizarse en Lear en los Teatros del Canal el año que viene. De momento, hasta aquí puedo decir.
Un roble llega a España también con el trabajo de Antiel Jiménez en plástica, Miguel Ruz en iluminación, Nacho Bilbao en sonido y Luz Soria en fotografía. 1, 2, 3. Que comience el espectáculo.
Un padre pierde a su hija en un atropello. Y ya nada es lo que debiera. No sabe cómo moverse o qué decir, está como perdido. El hombre que conducía el coche es un hipnotizador. Desde el accidente, ha perdido su capacidad de sugestionar a los demás. Su espectáculo es un desastre. Para él, ahora todo es exactamente lo que es, no lo que dice que es. Por primera vez desde el accidente, estas dos personas se encuentran al ofrecerse el padre como voluntario para un espectáculo de hipnotismo.
Más teatro
Más teatro off
No se encontró ninguna imagen en Instagram.
Esto es un roble, hermoso trabajo de investigación y de teatro .Obra. basada en Tim Crouvech (británico) interpretado por Soralla , muy interesante su vida y el interés en el aquí y ahora, con honestidad intelectual .
Me gustaMe gusta