El pasado 16 de marzo llegaba Ushuaia al Teatro Español, una obra en la que se han juntado varios nombres destacados ya en el panorama artístico español y que revela dos temas tan importantes como la memoria y la necesidad de perdonar. Dos terremotos convergen en el Español para mostrarnos una historia llena de culpa y de amor. El texto de Alberto Conejero y la dirección de Julián Fuentes Reta coinciden en la Sala Principal hasta el próximo 16 de abril.
En la rueda de prensa, la directora Carme Portaceli resaltó la importancia de que “un teatro público potencie a la gente del país”. La obra llega como un thriller sobre nuestras identidades, en palabras de su autor, desgajado en diferentes capas que hablan de la necesidad del perdón y de la redención, en “un cuento con claroscuros y que explora si es posible la bondad en tiempos de tinieblas”. Le gustaría que el espectador fuera cómplice y llegase a este montaje con una maleta ligera porque “es un viaje de descubrimiento”, le arropaba Fuentes Reta.
José Coronado, quien cree que esta obra “va a hacer las delicias del público”, es el protagonista enclaustrado en la Patagonia argentina, un hombre solitario que necesita otro cuerpo como acto de fe, de salvación. Así es como, en el final de su vida, se tendrá que reencontrar con algunos fantasmas de su pasado. El elenco lo completan los actores Ángela Villar, Olivia Delcán y Daniel Jumillas, enmarcados en temas como el bien y el mal, la memoria y el significado de la justicia.
Como el más exquisito de los cuadros a los que asomarnos sobre poco más de hora y media, así está enmarcada la historia entre el tiempo y el corazón en Ushuaia. Un completo paisaje acoge los fantasmas y la mortificada realidad de un protagonista enclaustrado en sus recuerdos y que, efectivamente, satisface al espectador de manera continuada. Pero Coronado no es el único al que poder aferrarse. Le respalda un personaje más joven al que Jumillas ha sumido en la más absoluta fortaleza, el único que aporta una firmeza constante en la historia y cuya ferocidad destacada siempre parece estar presente en este lugar que es refugio y trampa a la vez.
Con referentes a la historia reciente de Europa, Conejero define Ushuaia como “un viaje hacia la última ciudad del mundo, hacia el corazón misterioso de un hombre. (…) Es un estado del alma, un confín, un refugio pero una prisión a la vez”. Además, para arropar esta mezcla entre el mundo real y el de memoria, se han utilizado gamas cromáticas cálidas y frías, respectivamente, según explicaba Berta Gasset, responsable de vestuario.
Dejando a un lado el uso de micrófonos poco acertado y los disparos nada potentes en un momento clave, Ushuaia es lo peor y lo mejor que puede ocurrirle al protagonista, lleno de palabras que intentan redimir y que ofrecen una luz en la ceguera propuesta, ayudada de secretos, realidades y ensueños. Este escondite creado por Alberto Conejero persuade, aleja y engalana ese fin del mundo, principio de todo. Ha sabido destacar la crudeza del derrumbe terrenal y, en paralelo, ofrecer al espectador una consigna de la imposibilidad de redención en solitario.
Ushuaia es una producción del Teatro Español y es la primera vez que se pone en escena su texto, ganador del Premio Ricardo López Aranda 2013. Completan el trabajo Alessio Meloni en la escenografía, Joseph Mercurio en la iluminación, Néstor Lizalde en audiovisuales, Iñaki Rubio en la música y espacio sonoro y Jorge Muriel como ayudante de dirección.
En Ushuaia, la ciudad más austral de mundo, Mateo vive recluido en el corazón del bosque. Allí el misterioso hombre custodia las reliquias de una historia de amor imposible. Esa vida solitaria se quiebra cuando, acuciado por una incipiente ceguera, contrata a Nina. Pronto descubriremos que la joven asistenta esconde también más de un secreto. La casa se convierte entonces en el tablero de un juego de identidades donde se confunden presente y pasado, necesidad y deseo, víctimas y victimarios, realidad y ensueño. En ese paisaje glaciar —»fin del mundo, principio de todo»—, el tiemplo se plegará sobre sí mismo para enfrentarnos a los fantasmas de Europa, nuestros fantasmas…
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