La belleza de los desolados paisajes de hielo, las profundas aguas del océano y los cielos fríos y plomizos del ártico son los principales protagonistas en la producción de esta pintora neoyorquina, que a sus 33 años de edad se ha convertido en uno de los principales exponentes en la pintura hiperrealista de paisajes del panorama artístico contemporáneo.
A través de su arte podemos desplazarnos a los lugares más remotos del planeta y por un momento, sentirnos parte de ellos concienciándonos sobre la importancia que éstos tienen para la supervivencia del mundo. Y es que Zaria Forman, no sólo nos muestra a través de sus cuadros las maravillas que la naturaleza nos ofrece, sino también las consecuencias del cambio climático en La Tierra y los terribles efectos de nuestra acción despreocupada y nuestra indiferencia pueden tener sobre ésta.
Siguiendo los pasos del pintor decimonónico William Bradford quien reproducía escenas de enormes gigantes de hielo, Zaria Forman representa esos mismos escenarios 100 años después. Estamos por tanto ante una producción cargada de reivindicaciones de carácter medioambiental, un elemento que aunque quizá se aborde menos en el campo artístico que los aspectos sociales, es igual de importante que éstos.
Sus principales influencias son las obras de los pintores románticos del XIX. Los paisajes de Constable, el estudio de la luz propio de los cuadros de Turner; pero sobre todo su madre, que falleció antes de poder ver el resultado de la obra de su hija con quien pretendía realizar ese viaje a los paisajes helados del norte, forman una parte determinante en la formación de esta artista.
Sus cuadros, pintados con la única ayuda de sus dedos, están realizados en una gama de colores fríos y nos trasladan a aquellos lugares que quizá nunca llegaremos a ver, pero que son una parte fundamental de nuestra existencia.
Zaria Forman
¿Qué mejor modo que mostrándonos las bellezas que nuestro planeta nos ofrece para incitarnos a cuidar de él? Las creaciones de esta artista son una buena muestra de ello y no sólo son un instrumento de concienciación sino una muestra del virtuosismo de la neoyorquina, no en vano, muchas de sus obras han sido expuestas en diversas galerías del mundo e incluso han formado parte del set de rodaje de la serie de David Fincher “House of Cards” y del Ballet de “Giselle” en el teatro de Génova en Suiza.