«Es la ironía ese recurso al que acudir cuando la lógica parece haber entrado en crisis y, ante el absurdo, la guerra, la muerte o el dolor, hasta el corazón parece decir basta». Pere Ballart, La Ironía como (último recurso).
Ante los acontecimientos grises y convulsos en los que la razón humana parece haberse esfumado, la ironía emerge como una brillante estrategia para desempañar el ánimo y reavivar el ánima. Por eso, en estos tiempos en los que disfrutamos los triunfos de reivindicaciones pasadas, resultan inconcebibles los intentos de limitar la libertad creativa y la expresión humana. Pese a episodios aberrantes, como los que últimamente han sido noticia, en que se atenta contra este derecho, son muchos los creadores que, afortunadamente, se expresan en libertad. Ellos, derrochando talento y creatividad, se aventuran a ironizar sobre el presente, combatiendo la desconcertante realidad con humor y desenfado.
Como ya hicieran en su época Da Vinci, Goya, El Bosco u Otto Dix, muchos artistas contemporáneos reflejan las contrariedades del momento creando imágenes satíricas que, a través de la retórica visual, tornan la crítica en arte. Del encuentro de ésta con el humor, nace la sátira. En ella la realidad es burlada, cuestionada, en un desafío visual que la pone en tela de juicio. Artistas como Pawel Kuczynski o Anthony Freda ironizan sobre el presente, con ilustraciones cargadas de connotaciones que no dejan indiferente a nadie.
Se gesta un juego interesante de sentidos y contrasentidos, con una crítica más o menos sutil, pero siempre inteligentemente elaborada. Estas imágenens, cargadas de humor y picardía, apelan a la risa, a la vez que plantean un enigma visual que rompe con lo lógico y lo previsible, buscando la reflexión. En ellas están tan desarrolladas la vertiente estética como la simbólica, explotando al máximo la potencia visual para transmitir un mensaje.
Las críticas del poder, de la política, de la economía, los ataques bélicos, la corrupción, de desigualdades sociales.. protagonizan también las obras de John Holcroft y de Chris Woods.
Con una crítica más mordaz, el italiano Max Papeschi crea impactantes collages fotográficos. En ellos entrelaza lo real, lo onírico, lo fantástico… creando imágenes desconcertantes. En esta misma ruptura del decoro social, pero desarrollando técnicas más tradicionales, Carlos Pérez Bucio configura imágenes sarcásticas, burlonas. En ellas realiza una yuxtaposición paródica de personajes conocidos en entornos imaginarios, ironizando sobre el montaje en el que la propia realidad se ha convertido.
Todas estas ingeniosas sátiras visuales revisan críticamente el mundo inmediato del que surgen, atrayendo por su humor y desconcertando por su ironía, lo que supone un estímulo de reflexión en quien las contempla. En estos días inciertos en que vivir es un arte, qué falta nos hace la creatividad para deleite estético y revulsivo ético.