Dibujo. Esa es la base de todo trabajo artístico. Es el medio por el cual todas las obras llegan a su fin, sin embargo, rara vez el dibujo es la obra en sí misma, es el todo, es la técnica que conforma la obra.
Dibujo a lápiz es lo que ofrece la ilustradora Crisbel Robles como obra de arte. Los trazos de un lápiz le son suficientes para transmitir la fuerza y dulzura que sus personajes tienen o buscan transmitir. Autorretratos trazados a base de delicadas líneas que parecen esfumarse en cualquier momento. Dibujos de composiciones sencillas que reflejan, en ocasiones, ideas complejas y sentimientos difíciles de explicar con palabras, y, en otras ocasiones, son más bien objeto de una rápida interpretación.
Todas sus obras están completadas con objetos, escenografías, ilusiones que junto a la expresión del personaje conforman el verdadero mensaje de la ilustración. ¿Pero de dónde sale todo esto?. Como ella misma dice en una entrevista para 190º The Magazine “lo primero en lo que pienso es en la emoción que quiero transmitir y luego voy construyendo todo alrededor de ella, añadiendo los ingredientes que esta me va pidiendo”. Ingredientes que en ocasiones derivan en la expresión de una vivencia personal, una sensación, un sentimiento y en otras, en un juego inocente basado en la imaginación.
Válvulas de escape. Eso son sus ilustraciones. No solo para ella, que así lo dice, sino, también, para todo aquel que se deje envolver por sus obras. Válvulas de escape que abren una ventana a soñar, a imaginar, a volar por mundos inocentes cargados de grandes tópicos. Dibujos de contornos agradables que envuelven al espectador ofreciéndole unos segundos de evasión.
Marina P. Villarreal.