Si nos paramos a pensar en cuantos artistas utilizan hoy en día la figura femenina como eje de su producción, nos daremos cuenta de que son muchos. Por diversas razones nos encontramos con que el cuerpo femenino es reclamado una y otra vez para llenar de contenido las obras de arte que hoy podemos disfrutar. Pero, al igual que son muchos los artistas, son múltiples las miradas que veremos de esa misma fuente. Entre todas ellas se ubica la cada vez más conocida obra de Julian Landini.
Este ilustrador de origen argentino convierte unos trazos de bolígrafo en verdaderas piezas de arte. Las líneas, que dibujan la figura y dan forma al mobiliario y objetos que completan la escena, contrastan con los tonos vivos, que, tan pronto marcan los focos de atención, como, todo lo contrario, resaltan las siluetas de esas mujeres. Estos colores vivos nacen del uso ocasional de lápices y acuarelas de colores, son todas ellas técnicas sencillas, que unidas dan lugar a complejas representaciones.
Escenas cotidianas que nos muestran numerosas emociones de una manera cruda y directa, pero no desagradable. Nostalgia, risa, soledad, ternura… se mezclan con una ligera sensualidad y un tono en ocasiones irónico, en ocasiones absurdo, en ocasiones melancólico, que convierte las imágenes en representaciones de una vida cotidiana, de una vida cargada de detalles reales. Detalles que sutilmente esconden tabúes sociales, en los que hay que detenerse un segundo para llegar a captarlos realmente.
Julian Landini capta momentos que nacen de la espontaneidad del día a día. Representa mujeres de a pie, que salen de su entorno más cercano, y con las que rompe los cánones de belleza establecidos por una sociedad movida por la moda y la publicidad. Son sus expresivas mujeres un detallado reflejo de una realidad con la que es fácil empatizar y difícil de olvidar.
Marina P. Villarreal