Ellen Kooi es una de las fotógrafas holandesas más reconocidas internacionalmente. Su obra se caracteriza por cierta carga simbólica, que viene dada por esos escenarios oníricos donde el paisaje es el gran protagonista.
La presencia humana aparece en perfecta comunión con la naturaleza que le rodea, siendo parte de la misma. Es un elemento conformador que da forma al espacio, no lo modifica, lo complementa.
Ellen Kooi planifica meticulosamente sus composiciones consiguiendo escenas de gran virtuosismo. Se vale de la luz natural a la que incorpora luz artificial desarrollando la denominada perspectiva aérea renacentista, de esta forma, consigue una gran profundidad que invita al espectador a ser una parte activa de la obra.
Muchas de sus fotografías nos pueden recordar a obras flamencas de autores como Patinir o El Bosco por el uso del horizonte alto y el detallismo, pero sobre todo, nos transportan a espacios bucólicos donde el ser humano no interviene en la naturaleza, sino que convive con ella. Esto es una suerte de metáfora con lo que sucede en su tierra natal, Holanda, donde el ser humano se ha sintetizado con la naturaleza sin necesidad de destruirla.
El agua es un elemento muy importante en su producción, de esta forma, juega con los reflejos de las luces y de los colores y nos transmite calma y tranquilidad al tratarse de aguas mansas y límpidas. En cuanto a sus personajes, solitarios en su mayoría, tienen una gran carga emocional y psicológica, perdidos en sus pensamientos, queriéndonos contar su historia de una manera muy sutil y elegante.
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