Los Teatros Luchana son el escenario perfecto para el encuentro entre dos grandes personajes femeninos de la historia. A saber: Isabel I de Inglaterra y María Estuardo. Las dos, distanciadas por varios frentes pero con muchos puntos en común, dialogan en un encuentro privado al que el público asiste como si, en el teatro, se hubiera abierto una puerta al pasado. Amores, poder, religión, guerras y más temas se tratan en Dos tronos, dos reinas, una obra perfecta dirigida por Nicolás Pérez Acosta.
Este trabajo nos presenta una velada en la que las dos soberanas charlan y se muestran en una faceta más íntima en la que se despojan de todo, aunque no lo parezca en un principio, y abordan sus diferencias a la vez que intentan llegar a lo que las une. Durante esta reunión, surgirán todo tipo de cuestiones que dejan ver el papel y la forma de sentir de la mujer soberana en esos años.
Todo ello creado por Pepe Cibrián con gran maestría, contando con diversos recursos como un humor vivaz que suelta presión en los momentos necesarios. También, posee un gran fondo histórico, puesto que sabemos que se establecieron unos pactos entre ellas, aunque María estuvo encerrada posteriormente 19 años con un difícil final, dejando una creación que es una obra de arte en sí misma.
Si bien es cierto que se toma algunas licencias en el caso de las fechas, véase la información sobre la Armada Invencible, es una creación muy trabajada que hace disfrutar desde el minuto uno en el que el espectador entra y es recibido con los audios de las cartas entre ambas.
Con todos estos ingredientes sobre la mesa, el reto era encontrar a los actores que aceptaran hacer tal proeza y salieran victoriosos. Estos no son otros que el ya citado Nicolás Pérez Acosta (en el papel de María Estuardo) y Nacho Guerreros (Isabel I de Inglaterra). Ambos se transforman de manera brutal y hacen una interpretación digna de la ovación que reciben al final del montaje. Si bien Pérez Costa ya había trabajado en estos roles y con el mismo dramaturgo, ejemplo de ello es su magnífica interpretación de Juana I de Castilla de la que ya hablamos y que se puede ver en los mismos teatros (y del que partió, en cierta medida, esta creación que nos ocupa), el que sorprende es Guerreros. Genial actor de teatro, aunque más conocido por su trabajo en televisión, realiza una estupenda mímesis con el personaje de Isabel que pone los pelos de punta. Incluso si el vestuario lo pone muy difícil en algunos momentos.
Otro acierto es que se haya pensado en dos actores masculinos para llevar a cabo la representación. Lo veo como un guiño histórico muy acertado, ya que el reinado de Isabel I Tudor fue el momento de gloria de las letras inglesas, con figuras como la de Shakespeare. Y en su teatro no aparecían mujeres en el escenario, siendo sus papeles interpretados por hombres.
En cuanto a los aspectos técnicos, el citado vestuario de Rubén Diaz es de una calidad excepcional. Todos los matices de este trabajo se complementan a la perfección con el maquillaje y el peinado. Labor realizada por Patricia Yepes, cuyo buen hacer merece otro aplauso.
Dos Tronos, dos reinas es una magnífica propuesta teatral e histórica que gustará a todo aquel que se acerque a conocer su historia.
Dos reinas, Dos reinos… La lucha por un trono. Un encuentro imaginario que nunca existió. Una sentencia de muerte postergada. La feminidad y la masculinidad del poder a través de dos mujeres antológicas: Isabel I de Inglaterra y María Estuardo, Reina de Escocia. Dos mujeres luchadoras y transgresoras. Dos mujeres que dependían una de la otra… Una pieza intensa que promete no dar tregua al público desde un texto exquisito de Pepe Cibrian que, magistralmente, cobra vida en este duelo actoral entre Nacho Guerreros y Nicolás Perez Costa. Pasión, intrigas, ternura, emoción, verdades, intensidad… teatro del más puro: Dos Tronos, dos Reinas.
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