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PARAÍSO PERDIDO

Estos días, el escenario de la Sala Grande del Teatro María Guerrero se convierte en un abismo o caos desde el que se presencia el origen de la humanidad. Así, desde el sentido más bíblico y radical de John Milton, Andrés Lima y Helena Tornero nos presentan su versión de este extraviado Edén que ya es el de todos. Una revisión del texto clásico de las letras inglesas con tintes contemporáneos que estará “vivo” hasta el próximo 18 de junio.

‘Paraíso perdido’ en el Teatro María Guerrero hasta el 18 de junio

Paraíso perdido es una obra coral que cuenta la historia de Satanás, Dios y la creación del hombre. La narración, a priori conocida por todos por nuestras raíces culturales, mana originalidad al conocer en profundidad las razones del primero en su lucha contra su Dios entre otras cuestiones. Así, se asiste a su caída y a la que él genera al ser la tentación de la humanidad. Un texto de gran complejidad y de carácter poético que cuenta con 12 libros y diversos recursos como los flashbacks. Difícil trabajo para la ya citada Helena Tornero en el que ha salido victoriosa con creces. Dando su particular visión, y según sus palabras, quería dejar la opción al espectador de empatizar con todos los bandos, a la vez que se respeta el original con maestría. Basta con ver la división que se proyecta en el escenario con numeración. Ese recurso también lo usa el autor primigenio con el uso de la palabra “libros”; haciendo un guiño a la literatura religiosa que así se divide.

Pere Arquillué y Cristina Plazas protagonizan el montaje

Además se incorporan cuestiones novedosas, como es el caso de una revisión del personaje de Eva. Feminismo y reivindicación necesaria en una figura bastante vapuleada a lo largo de la historia. Habrá quien piense que este mensaje puede sobrar pero se hace con maestría y es necesario.

Idea nueva que se equipara a que el personaje demoniaco principal sea interpretado por una mujer. Cristina Plazas hace un buen trabajo de una dificultad, como todo en este montaje, suprema. En esta ocasión, Satanás se abre en canal y muestra sus sentimientos, pecados y sus fracasos. Un ser poderoso pero quebrado a la vez que Plazas realiza muy bien con elementos como una voz emocionado entre otros.

El resto del corpus actoral está formado por Pere Arquillué, que representa de manera magnifica a un Dios que tiene un fondo más maléfico que el mismo diablo, Rubén de Eguía, como Adán religioso y científico a la vez, Lucía Juárez, en un papel con mención de la madre de los hombres, Laura Font y María Codony en la piel de “Culpa” y “Muerte” respectivamente. Todos realizan una buena labor pero, sin duda, tanto física como en otros aspectos, es Arquillué quien borda su papel. Su Dios es maquiavélico, llega incluso a dar miedo, y refleja a la perfección el espíritu de la obra original en la que Milton se pregunta el por qué de un ser supremo que permite tanto sufrimiento y maldad. Algo que se lleva a la actualidad con este montaje.

El poema épico publicado por John Milton el año 1667 explica la tragedia de la caída del hombre, pero también narra la caída de Satanás

En cuanto a los aspectos técnicos, destacan la escenografía y el vestuario creados por Beatriz San Juan. Recursos actuales con elementos tradicionales para crear la roca del Caos o abismo que hablan de un gran conocimiento y maestría. Igual ocurre en el vestuario, sencillo pero impactante, que conversa sobre cada personaje; como las gafas de sol que dan ese punto diabólico a Dios o el blanco de “Muerte”.

En la misma línea están los demás aspectos de este campo como es el caso de la iluminación. Realizada por Valentín Álvarez, tiene grandes aciertos, como el uso de luces estroboscópicas.

Sin duda, una apuesta arriesgada y actual a la que merece la pena asomarse y preguntar, como hizo Milton, “¿quién fue el que les sedujo a odiosa rebeldía?”.

Un homenaje a la belleza de las palabras de Milton desde la mirada contemporánea que es también un tributo al oficio de comediante, tantas veces demonizado por su capacidad de transgresión. El poema épico publicado por John Milton el año 1667 explica la tragedia de la caída del hombre, pero también narra la caída de Satanás. Reivindicado por los románticos como el verdadero héroe, el Satanás de Milton simboliza el rebelde sublevado ante la tiranía del cielo. Porque antes de la caída del hombre está la historia del ángel caído. La historia de una rebelión fracasada y sus consecuencias, que condicionarán el destino del hombre y de la mujer. Pero, ¿somos así porque así fue escrito nuestro destino o porque nuestras creencias nos llevaron a escribirlo así? Además de una celebración de la belleza del lenguaje de Milton, este Paraíso Perdido quiere construir también un homenaje al oficio del comediante, tantas veces vilipendiado, menospreciado y demonizado por su capacidad fascinante de transformación y de transgresión. A los cómicos no se les permitía acercarse a las ciudades, porque se temía que su oficio pudiera contaminar las gentes de buena fe. El miedo al conocimiento tiene raíces muy antiguas. “¿Puede ser el saber pecado?”, dijo la serpiente a la mujer. Y fue la mujer quien escogió el saber en vez de la ignorancia. Pero…

Sonia López

Centro Dramático Nacional

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