Roger Álvarez es el encargado de hacernos reír. También de emocionarnos. Y por si fuera poco, es capaz de que en el Teatro Lara se nos pongan los pelos de punta con su trabajo Pequeña suite emocional, una obra que mima al espectador hasta hacerle soñar de una manera sorprendente. Este actor es el protagonista de una historia que nos propone un original viaje a través de varias vivencias personales.
Un monólogo lleno de humor, con tintes de ternura y nostalgia es la mejor definición para hablar de esta obra. La magia que es capaz de crear este actor también forma parte especial en este recorrido artístico que contiene cinco historias llenas de amor y dolor a la misma vez. Con la música de una guitarra, las variadas y divertidas voces y las palabras bien encauzadas, este artista es capaz de impactar al espectador, aportándole un recuerdo inolvidable.
Por todo ello es que podemos considerar Pequeña suite emocional como un asombroso suspiro que nos dejará huella, un sabor agridulce de nuestras emociones o una obra citada como un regalo en forma de celebración, que nos hará reflexionar sobre lo que somos y lo que sentimos. El público resulta ser una pieza más de la obra, entendida como un espectáculo familiar en el que sentirse cómodo es lo mínimo.
La dirección de Odón Redín no resulta arbitraria y se sabe adaptar a las necesidades que en cada momento hay en la obra, a la belleza que desprende pero también a la sensatez de lo imaginario. Ayudado del diseño de luces de Gabriel Molina, el vestuario de Lino Lemond y la producción de Pando Teatro, veréis como entrar a ver Pequeña suite emocional os va a resultar toda una aventura hacia la que dejaros llevar inexorablemente.
En esta Pequeña Suite Emocional se habla de la grandeza de lo pequeño y lo cotidiano, en contraste con lo inmenso y lo sobrenatural. Se habla de la misteriosa relación que existe entre lo que nos muestra un microscopio y lo que nos desvela un telescopio. Y así, a través de un recuerdo, nos encontraremos con la Vía Láctea, echa polvo, y flotando dentro un haz de luz, en el oscuro sótano de un colegio de primaria… También podremos descubrir, escondido dentro de un simple naranjo, todo un pequeño gran sistema planetario. Es también la metáfora de la realidad como fuente de inspiración. La pura realidad convertida en puro teatro.
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