Dicen que la ilustración es el arte del pueblo, el arte que permite la comunicación de éste y a través del cual la gente de a pié siempre ha encontrado su modo de expresión. Esta idea abarca muchos aspectos representables, desde lo que sentimos, hasta lo que apreciamos, pasando por lo que buscamos o queremos en la vida. Son esos detalles que pueblan lo cotidiano los que la ilustración como disciplina capta como ninguna otra. Parte de esa amplia rama del arte son las ilustraciones de Sara Herranz.
Esta tinerfeña realizó estudios de Comunicación Audiovisual en la universidad de Santiago de Compostela (España), fue después de una dolorosa vivencia cuando creó un blog con la única intención de utilizarlo como soporte para expresar la situación que estaba sufriendo. Su sorpresa vino cuando empezó a recibir cada vez más seguidores. Sus ilustraciones enganchaban, gustaban. Y aún lo siguen haciendo.
Temas como la intimidad, el sexo, la mujer, los aspectos más desmitificados del día a día, o la parte más desencantada de la vida en pareja, son los que podemos encontrar una y otra vez en su obra. Y es que sus dibujos reflejan como pocos las situaciones cotidianas, las situaciones con las que todos empatizamos en mayor o menor medida en algún momento, o en varios, de nuestra vida.
Pero sus ilustraciones no solo enganchan por lo que transmiten a nivel conceptual, sino que también son un atractivo visual para el que las observa. Las líneas negras, delicadas, que marcan los contornos de las figuras sin invadir el espacio juegan el papel protagonista en sus piezas. Trazos que contrastan con los fondos blancos, siempre blancos del papel, y que son acompañados por toques de color rojo escondidos en los labios, en las cintas del pelo o en las uñas. Pinceladas de ese color carmín que tantos significados pueden aportar a la imagen. Toques que aunque nos parecen pasar desapercibidos, completan la ilustración, dándole ese carácter potente, y en muchas ocasiones, convirtiendo a esas mujeres reconocibles en mujeres fatales.
Son esas escenas de la vida real comprimidas en la expresión de una figura, como mucho dos, las que acompañadas en su mayoría de frases o expresiones nos cautivan sin piedad.
Marina P. Villarreal