El pasado jueves 29 de mayo, asistíamos a la inauguración de la exposición de Cecilia de Val en la galería “cámara oscura” dentro del Festival Off PhotoEspaña 2014.
Cecilia de Val es una fotógrafa zaragozana cuya obra se caracteriza por la exploración del ser humano como individuo y su interacción con el medio que le rodea. En la mayor parte de sus fotografías Cecilia se autorretrata, convirtiéndose así en la protagonista fundamental de la escena, dando forma a las historias que nos quiere representar. A veces, similar a un espectro sumándole el aire enigmático a una escena de misterio que embriaga a quien contempla su obra; y otras como una heroína que remodela el espacio construyendo así sus propias narraciones visuales.
Los escenarios elegidos suelen ser ruinas industriales, bosques encantados o arquitecturas que sirven de telón de fondo para todo aquello que nos quiere contar, leyendas, relatos cortos, etc., donde nos hace cuestionarnos nuestra propia identidad y nuestro papel en el mundo adentrándose en el universo del subconsciente de cada uno.
La muestra que se presenta en “cámara oscura” responde a la nueva serie titula “La Pesanteur” comisariada por Chus Tudelilla que combina fotografías con piezas escultóricas. Los personajes allí retratados se muestran al mundo ajenos al propio espacio en el que se encuentran, mostrando un sentimiento de abandono. Reflejo éste de la desafortunada relación entre el hombre y la naturaleza. Todo ello tiene como base la simbología del desamparo que planteó el filósofo humanista Martin Buber y que Cecilia explica así: “La problemática del hombre se replantea cada vez que parece rescindirse el pacto primero entre el mundo y el ser humano en tiempos en que el ser humano parece encontrarse en el mundo como un extranjero solitario y desamparado”.
Asistimos pues, a una reconstrucción del espacio en la que el protagonista fundamental es el desorden que viene representado por la presencia del aire, la tierra, los ríos y las nieves. Un elemento muy llamativo de esta serie son esas largas cabelleras que aparecen suspendidas en el aire, retenidas en el tiempo, y que manifiestan ese malestar general y la desconexión del ser humano con la naturaleza. Aluden a Lilith y su salida del paraíso, para vivir en la región del aire, donde no había gravedad, todo era ligero y flotaba.