HISTORIA DE UNA ESCALERA

La sala principal del Teatro Español se transforma en el alma de una casa de vecinos para mostrar, hasta el 30 de marzo, lo que Antonio Buero Vallejo contó en 1949. Historia de una escalera vuelve a la que fue su casa bajo la dirección de Helena Pimenta con el mismo impacto que causó tiempo atrás.

La obra cuenta la historia de varias generaciones unidas por un mismo edificio que planean y sueñan con un futuro, que en muchas ocasiones no se cumple, y que se ven acometidos por los problemas y las dificultades del día de toda condición humana. Todos (incluyendo un amplio arco de edades) nacen, viven y mueren en una escalera que les ve repetir el mismo patrón una y otra vez, sin que nada cambie. Es un espacio físico, pero, a la vez, una metáfora sobre la vida y lo difícil que es salir airoso de ella. Así las necesidades económicas, los cotilleos, la lucha por los ideales, las decepciones y el amor son varios de los ejes en los que se articula esta obra de Buero que le supuso el premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid en 1949.

Ante este punto, el visionado de esta creación lleva al espectador a reflexionar, algo fundamental y común en toda la producción de este autor (véase El tragaluz, por poner un ejemplo), y poder apartar la idea de que el mensaje es más actual que nunca; quizá más trágico que en la original. Me refiero que, en estos momentos, los arcos de edad reflejados en la obra viven una situación aciaga en la que, después de que sus mayores consiguieran salir de esa escalera con mucho esfuerzo y tesón, la gente más joven se ha visto obligada a volver a ella. Habiendo crecido en otro ambiente, esa cárcel figurada se siente más teniendo la vista de los que salieron de allí encima de ellos y con gesto de preocupación ante lo que vendrá. Quizá, la generación llamada de “cristal” no sea tal cual la califican y estoy segura, entre otras cuestiones porque yo formo parte de ella, de que verá este montaje con otra perspectiva.

Esta producción se caracteriza por ser una obra coral en la que pueden destacar dos personajes. Estos son Fernando y Carmina, interpretados por David Luque y Marta Poveda, respectivamente, ya que alrededor de ellos giran muchos de los acontecimientos de esta historia. Aún así, es una composición tan grupal que hasta la escalera como tal es un personaje. Y, en esta cuestión, es donde se comienza a ver algo fuera de tono en el montaje. Esta no realiza adecuadamente su papel ya que no se integra bien y, en vez de romper la cuarta pared, hace la separación con el espectador más dura y fuerte. Es un sueño que no se corresponde con la idea original y que rompe la magia en muchas ocasiones. Esto también pasa con los números musicales que se han incorporado y que eran totalmente innecesarios para la obra. Al igual que la presencia de un niño al final y al principio de esta propuesta. La idea es buena, unir lo clásico con lo contemporáneo, pero creo que rompe el círculo perfecto que creó Buero.

Respecto al elenco de actores, a los ya citados Poveda y Luque, se unen otros como David Bueno, Juana Cordero, Gabriela Flores, Luisa Martínez Pazos o Carmen del Valle. Todos funcionan correctamente pero, quizá en algunos casos, el perfil no ha sido la mejor elección para diversos personajes.

En cuanto a los aspectos técnicos, destacan la escenografía y el vestuario. Los dos se mueven en los ámbitos tradicionales y realistas ya que esta historia no se podría contar en un escenario de corte minimalista. La primera ha sido creada por José Tomé y Marcos Carazo, destacando de ella aciertos como la incorporación de unos grandes números para situar al espectador en el año correcto. El segundo aspecto, realizado por Gabriela Salaverri, se basa en un trabajo documental sobre la vestimenta de aquellos años que está muy bien realizado. Elementos como un mono de trabajo, utilizado por el personaje de Urbano interpretado por Agus Ruiz, hablan muy bien de cada uno de los personajes que se visten con esas ropas.

Historia de una escalera es una obra inmortal de un autor brillante que se tenía que reponer más veces, como todas las obras de Buero. Ha vuelto a la vida con esta versión correcta y que tiene todas las entradas vendidas en esta temporada en el Español. Signo de que el público, siempre soberano, quiere más. Espero que le hagan caso.

El tiempo transcurre en esta escalera, verdadera protagonista del drama, mientras confluyen las vidas de sus vecinos; gentes sencillas que, con sus anhelos y frustraciones, tratan de sobrevivir en una sociedad imposible. Un argumento compuesto de pequeñas historias que transcurren durante tres momentos de nuestra historia (primavera de 1919, otoño de 1929 e invierno de 1949) y nos permiten, sin duda, encontrar coincidencias con la sociedad actual tres cuartos de siglo después.

Sonia López

Teatro Español

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