DON JUAN

Una nueva edición del Festival Iberoamericano del Siglo de Oro (Clásicos en Alcalá) ve la luz estos días llena de Arte en todas sus vertientes. En esta ocasión, comenzamos nuestra andadura por este clásico del verano teatral con una propuesta bella y arriesgada, por partes iguales, de la mano de la danza. LaMov Ballet y Víctor Jiménez (director artístico y coreógrafo del montaje) nos llevan de la mano para conocer otra cara más de nuestro personaje maldito favorito de la Literatura. Este no es otro que Don Juan Tenorio. Música y movimiento para dar otra visión lista para el disfrute y la reflexión.

Las tablas del Teatro Salón Cervantes se convierten en el marco perfecto para esta novedosa propuesta de esta compañía que nació en Zaragoza en el año 2008. Versada en transformar clásicos, véase La Cenicienta, en esta ocasión no dudan e investigan la figura de don Juan. De esta forma, el argumento es el siguiente: una historia protagonizada por crápula que no respeta nada y que solo se mueve por instintos de naturaleza discutible. Hasta que el amor verdadero le alcanza personificado en la figura de una novicia llamada doña Inés. Juntos se enamoran y luchan ante las consecuencias, pero, debido al pasado de él, todo acaba en tragedia. Tanto es así, que hasta don Juan es capaz de burlar a los muertos y pensar que puede salir de eso indemne. Cuando, por esta y otras acciones, va a ser condenado; doña Inés le salva gracias al más puro amor sentido entre los dos.

Esta, la versión de Zorrilla y más conocida, es la que se muestra en una obra llena de gran calidad y pureza en las formas del baile. En el que se pudo ver la perfección de lo clásico con elementos más contemporáneos que hacían volar en escena a todo el equipo de baile. Esta simbiosis de tradición y modernidad también se observó en la manera en la que se contó la trama. Como ejemplo de tradicional, basta decir la lucha entre don Juan y don Luis con una magistral lección en artes escénicas sobre el escenario. Mientras que la contemporaneidad se pudo ver a la hora de mostrar la sensualidad de una doña Inés que brilló como nunca en la obra de unas bailarinas brillantes.

Todo ello con una calidad y una transmisión perfecta que hizo disfrutar a los espectadores en todo momento.

Esta joya artística se construye sobre las espaldas y los pies de un cuerpo coral de bailarines que paso a nombras a continuación: Paula Rodríguez, Imanol López, Daniel Romance, María Bosch, Fermín López, Ainhoa Fernández, Leyre Domingo, Daniela Rodríguez, Ignacio Molina, Mara Solans, Álvaro Solans y Noor EI Haddad. Todos hacen una ejecución perfecta llena de sentimiento dando la vuelta de tuerca a una historia que está en el ADN de todos nosotros.

En cuanto a los aspectos técnicos, destacan la escenografía y la música. La primera, creada por Alberto Franco y José Miguel Casanova, sigue el mismo lenguaje de todo este montaje. La unión entre clásico y moderno está muy presente y destacan, por encima de todo, unas escaleras que sirven como material de baile a unos artistas que hacen figuras imposibles sobre ellas. Sin embargo, el segundo aspecto de la mano de Jorge Sarnago, vive directamente en el mundo contemporáneo con unas creaciones muy duras y rítmicas con las que se innova mucho.

También me pareció un acierto el vestuario de Arturo Guillén con esas piezas tan sutiles que hablan, por ejemplo, de la pureza de una doña Inés que va cambiando durante la obra.

Si bien, en todo esplendor puede haber alguna sombra. En este caso son el sonido, fuerte en exceso, no apto para todos los públicos, y la complejidad del lenguaje elegido a la hora de transmitir. Pequeñas pinceladas que no hacen nada a una obra que brilla con luz propia.

Don Juan de LaMov es una propuesta novedosa de un clásico que transmite fuerza y belleza a partes iguales. Esperamos que pronto vuelvan a bailar en un escenario madrileño como ya han hecho en el Centro Cultural de la Villa (Fernán Gómez) o en los Teatros del Canal.

En el Don Juan que representa LaMov veremos a personajes imperfectos que solo serán ellos mismos al entrelazar sus almas en la soledad, el arrepentimiento y la eternidad. Con técnica y sensibilidad los bailarines revivirán las figuras míticas del libertino, de ese burlador, de ese convidado de piedra que es osado con las mujeres, valiente con los hombres y atrevido con los difuntos. Es el burlador tradicional hasta conocer a Doña Inés, la bella creación, la tabla de salvación del libertino.

Sonia López